lunes, 25 de octubre de 2010

Pequeña historia de una amistad


-Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo.
-Permiso denegado -replicó el oficial.
No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto.
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmente herido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso:- ya le dije yo que había muerto! Ahora he perdido a dos hombres! Dígame, ¿merecía la pena salir para traer un cadáver?
Y el soldado, moribundo, respondió:
Claro que sí, señor! cuando lo encontré todavía estaba vivo y pudo decirme: "Juan... estaba seguro de que vendrías".