jueves, 11 de febrero de 2010

Aquella primera vez

Aquella primera vez que te ví.

Aquella primera vez que te hablé.

Aquella primera vez que te escuché.

Aquella primera vez que te sonreí.

Aquella primera vez que te besé.

Aquella primera vez que te enamoré.

Aquella primera vez que te sentí.

Aquella primera vez que te lloré.

Aquella primera vez que te perdí.

Aquella primera vez sin ti.

Aquella primera vez...

Angel.

domingo, 7 de febrero de 2010

Carta de Pérez reverte a un joven lector vasco


Esta es la respuesta de Arturo Pérez Reverte a la carta de un joven lector vasco. (Un lector que seguramente haya estudiado en una ikastola la historia tergiversada de España) En la cual demuestra con argumentos cuan equivocado está dicho lector.


Eres joven y guipuzcoano, según deduzco por tu carta y el remite.
Escribes como lector reciente de la última aventura de nuestro amigo Alatriste, contándome que es el primer libro de la serie que cae en tus manos. Te ha gustado mucho, dices, excepto el hecho «poco riguroso» y «poco creíble» de que una galera española estuviera tripulada por soldados vizcaínos que combatían al grito de ‘Cierra España’; en referencia a la Caridad Negra, que en los últimos capítulos combate a los turcos, en las bocas de Escanderlu, llevando a bordo a la compañía del capitán Machín de Gorostiola. Y añades, joven amigo -lo de joven es importante-, que eso no disminuye tu entusiasmo por la historia que has leído; pero que el episodio de los vizcaínos te chirría, pues parece forzado. «Metido con calzador -son tus palabras- para demostrar que los vascos (y no los vascongados, don Arturo) estábamos perfectamente integrados en las fuerzas armadas españolas, lo que no era del todo cierto.»

Son las siete últimas palabras del párrafo anterior las que me hacen, hoy, escribir sobre esto; la triste certeza de que realmente crees en lo que dices. Te gusta la novela, pero lamentas que el autor haga trampas con la Historia real; la auténtica Historia que -eso no lo cuentas, pero se deduce- te enseñaron en el colegio. Así que, con buena voluntad y con el deseo de que yo no cometa errores en futuras entregas, me corriges. Debería, a cambio, escribirte una carta con mi versión del asunto. El problema es que nunca contesto el correo. No tengo tiempo, y lo siento. Esta página, sin embargo, no es mala solución. La lee gente, y así quizá evite otras cartas como la tuya. De paso, extiendo mi respuesta a la cuadrilla de embusteros y sinvergüenzas de los sucesivos ministerios de Educación, de la consejería autonómica correspondiente, de los colegios o de donde sea, que son los verdaderos culpables de que a los diecisiete años, honrado lector, tengas -si me permites una expresión clásica- ‘la picha histórica hecha un lío’.

Machín de Gorostiola es un personaje ficticio, como su compañía de infantería vizcaína. En efecto. Pero uno y otros deben mucho al capitán Machín de Munguía y a los soldados de su compañía, «la mayor parte vascongados», que, según una relación del siglo XVI conservada en el Museo Naval de Madrid, pelearon como fieras durante todo un día contra tres galeras turcas, en La Prevesa. En cuanto a lo de ‘Cierra España’, ni es consigna franquista ni del Capitán Trueno. Quien conoce los textos de la época sabe que, durante siglos, ése fue usual grito de ataque de la infantería española -en su tiempo la más fiel, sufrida y temible de Europa-, que en gran número, además de soldados castellanos y de otras regiones, estaba formada por vizcaínos; pues así, vizcaínos, solía llamarse entonces a los vascos en general, «a veces cortos de razones pero siempre largos de bolsa y espada». Y guste o no a quien manipuló tus libros escolares, amigo mío, con sus nombres están hechas las viejas relaciones militares, de Flandes a Berbería, de las Indias a la costa turca. Los oprimidos vascos fuisteis -extraño síndrome de Estocolmo, el vuestro- protagonistas de todas las empresas españolas por tierra y mar desde el siglo XV en adelante. Ése fue, entre otros muchos, el caso de los capitanes de galeras Iñigo de Urquiza, Juan Lezcano y Felipe Martínez de Echevarría, del almirante Antonio de Oquendo, su padre y su hijo Miguel, o de tantos otros embarcados en las galeras del Mediterráneo o en la empresa de Inglaterra. Las relaciones de Ibarra, Bentivoglio, Benavides, Villalobos o Coloma sobre las guerras del Palatinado y Flandes, los asedios, los asaltos con el agua por la cintura, las matanzas y las hazañas, las victorias y las derrotas, hasta Rocroi y más allá incluso, están salpicadas de tales apellidos, sin olvidar las guerras de Italia: en Pavía, por ejemplo, un rey francés fue capturado por un humilde soldado de Hernani, en el curso de una acción sostenida por tenaces arcabuceros vascos. Y te doy mi palabra de honor de que aquel día todos gritaron, hasta enronquecer, ‘Cierra España’: voz que, en realidad, no tenía significado ideológico alguno. Sólo era un modo de animarse unos a otros -eran tiempos duros- diciéndole al enemigo de entonces, fuera el que fuera: Cuidado, que ataca España.

Así que ya ves, amigo mío. No inventé nada. El único invento es el negocio perverso de quienes te niegan y escamotean la verdadera Historia: la de tu patria vasca -«La gente más antigua, noble y limpia de toda España», escribía en 1606 el malagueño Bernardo de Alderete- y la de la otra, la grande y vieja. La común. La tuya y la mía.
¡¡¡¡¡ESPAÑA!!!!!

viernes, 5 de febrero de 2010

2 Euros Luxemburgo 2010


Como sabeis la mayoría de los que me conoceis, la numismática es una de mis aficiones,y por lo tanto, en este blog no podía faltar. Es un hobbie poco común entre la gente de mi edad y a poca gente le interesa, pero a mi me apasiona y quiero compartir lo poquito que sé.
Mi primera adquisición con fecha del 2010 ha sido la moneda conmemorativa de 2 Euros de Luxemburgo. En la que se representa el Escudo de Armas del Gran Duque Henri. Su tirada es solamente de 500.000 uds, lo que encarece el precio. Es la primera moneda conmemorativa de 2 euros del 2010

miércoles, 3 de febrero de 2010

El beso imaginario


Hace unos cuantos años, leyendo El Mundo, encontré un artículo diferente. No era un artículo que hablara de política, ni de economía... Era un articulo que hablaba de sentimientos. De el amor de un padre a su hija y al revés. Cuando acabé de leerlo cogí unas tijeras, lo recorté y lo guardé. Hoy lo quiero compartir con vosotros.

CARMEN RIGALT

El beso imaginario


Desde que tengo correo electrónico me paso la vida llamando a la puerta de mi servidor para ver si tengo cartas. Como mucha otra gente, hace tiempo que dejé de suspirar por el cartero, que sólo trae correspondencia bancaria e inútiles invitaciones a sacarme de casa. Las epístolas jugosas siempre llegan a través de la Red. Es un decir lo de jugosas. Porque últimamente el correo electrónico también empieza a contaminarse de morralla.

No hay día que no reciba algún e-mail de esos que vienen en cadena y cuyo mensaje urge repartir entre otras personas para que a su vez lo manden a terceras. He firmado manifiestos contra Pinochet, contra el régimen talibán, contra Hugo Chávez y contra medio mundo. También he recibido juegos que van preñaditos de virus y que el día menos pensado me dejarán el ordenador en blanco (toco madera: quiero terminar el artículo). Esta mañana, sin embargo, una amiga colombiana me ha enviado un curioso cuento. Trata de una niña que sufrió un desaire de su padre porque derrochó papel satinado envolviendo una caja de Navidad. Con la bronca aún reciente, la niña tomó la caja entre sus manos y se la llevó al progenitor diciendo: «Es para ti, papito». Sintióse avergonzado el papito (el diminutivo no me lo invento para suavizar la imagen del ogro: viene así en el e-mail) y abrió el regalo con emoción contenida. Pero la caja estaba vacía y el hombre volvió a sufrir un ataque de ira. La pequeña volteó (sic) hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo: «Papito, no está vacía. Yo soplé muchos besos para ti adentro de la caja». El padre abrazó a la hija y le pidió perdón.

Desde aquel día, el hombre llamado papito guarda la caja cerca de su cama y siempre que se siente derrumbado, toma de ella un beso imaginario. El cuento termina ahí. La moraleja está implícita: nos recuerda que el amor es el tesoro más preciado. Y ahora, si no les importa, hagan ustedes el favor de sonreír.

Como el amor me mosquea sobremanera, nada más leer el cuento he dirigido el dedo índice hacia la casilla «eliminar». Pero hete aquí que del e-mail ha surgido entonces una poderosa advertencia: «Tienes dos opciones: 1) enviar el cuento a tus amigos. 2) borrarlo y actuar como si no hubiera tocado tu corazón». Ya me tienen pues enviando el cuento a los cuatro vientos. Así evito, de paso, escribir un artículo sobre los papitos de la campaña.

lunes, 1 de febrero de 2010

Carta de una madre a otra madre en el Pais Vasco


Desde este modesto blog toda mi solidaridad con las victimas de Eta y mi desprecio más absoluto a los asesinos de esa banda terrorista y a la gente que apoya o justifica sus acciones.

De madre a madre:

Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV en la manifestación de ayer a favor de la reagrupación de presos de ETA y su transferencia a cárceles del país vasco.

Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo y de lo que supone económicamente para ti ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.

Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas querían ser solidarias contigo, y que contáis con el apoyo de comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos, ONG,s, etc., etc.

Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación.

Enorme es la distancia que me separa de mi hijo. Trabajando y ganando poco, idénticas son las dificultades que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia.

Felizmente también cuento con el apoyo de amigos, familiares, etc.

Si aún no lo sabes, yo soy la madre de aquel joven que murió cuando se dirigía al instituto y que al pasar cerca de un coche aparcado, éste hizo explosión a causa de la bomba lapa que tu hijo puso en los bajos de ese coche. En la próxima visita, cuando tú estés besando y acariciando a tu hijo, yo estaré visitando al mío y depositándole unas flores en su tumba.

Ah!, se me olvidaba: ganando poco y sosteniendo la economía de mi casa, a través de los impuestos que pago, tu hijo seguirá durmiendo en un cómodo colchón y comiendo comida caliente todos los días..

Otra cosa querida: ni al cementerio, ni a mi casa, nunca vino ningún representante de esas entidades que tan solidarias son contigo, para darme apoyo ni dedicarme unas palabras de aliento, y ni siquiera para decirme cuáles son MIS DERECHOS.